El FSC internacional ha publicado un artículo sobre la salud de la población de jaguares, conocidos localmente como «otorongos», en la concesión de Maderacre. Fuente: https://fsc.org/
La población de jaguares, conocidos localmente como «otorongos», viene aumentando sostenidamente en un bosque tropical peruano certificado por FSC.
Junio 1, 2023
La selva tropical peruana es una de las principales áreas de bosque natural de Sudamérica. Una gran diversidad de especies de flora y fauna subsisten en los ecosistemas que alberga, la cual ha sido reconocida desde tiempos inmemorables, especialmente en las tradiciones y leyendas indígenas, quienes tienen un lazo muy fuerte con la naturaleza.
Sin embargo, el bosque ha ido desapareciendo rápidamente en las últimas décadas. Las principales causas de esta situación son la tala indiscriminada impulsada por el tráfico de madera, la extensión de tierras de cultivo, los incendios forestales, la minería ilegal, entre otras. Felizmente, aún existen áreas de bosque en la región oriental de Madre de Dios en las que el manejo forestal, el respeto por las comunidades nativas y la conservación de la biodiversidad conviven en armonía.
Apostando por la sostenibilidad
En Madre de Dios hay más de 600,000 hectáreas de bosques certificados por el Forest Stewardship Council (FSC) y más de un tercio de ellas corresponden a Maderacre. La empresa cuenta con alrededor de 220,000 hectáreas de bosques naturales tropicales que son gestionados de acuerdo los estándares de manejo forestal del FSC desde el año 2007.
“Cuando iniciamos nuestras operaciones, el bosque había tenido poca intervención. Tanto el estado de conservación de la biodiversidad, así como la salud del ecosistema, eran buenos. Si es que nosotros no hubiéramos apostado por la sostenibilidad ni adoptado el sistema de certificación FSC, hoy la realidad sería muy diferente, como en el entorno de nuestra concesión, donde la deforestación continúa avanzando”, nos comentó Nelson Kroll, Gerente Regional de Maderacre.
Visitamos uno de los campamentos temporales de la empresa, ubicado cerca de la frontera con Brasil. Para llegar allí, fueron necesarias cuatro horas de viaje en una camioneta 4×4 desde la garita de entrada a la concesión en la ciudad de Iñapari. La noche comenzó a caer mientras recorríamos el sinuoso camino afirmado.
La oscuridad fue aprovechada por ciertas especies para trasladarse. Algunos, como una dócil sachavaca (Tapirus terrestris) no se inmutaron con nuestra presencia y nos permitieron bajar del carro y fotografiarlas, mientras que otros, como los tigrillos (Leopardus pardalis) se ocultaron rápidamente en el bosque apenas fueron alumbrados con las luces del vehículo. Se trató de solo una antesala de lo que veríamos durante nuestra visita.
Lo que pudimos apreciar en esas horas era solo la “punta del árbol”. De acuerdo con los monitoreos de biodiversidad, Maderacre tiene índices de presencia de fauna silvestre muy importantes que evidencian la salud del ecosistema. Especies de aves, mamíferos y reptiles son avistadas diariamente por los trabajadores en la unidad de manejo forestal.
Los otorongos
Una de las especies de fauna más representativas de la selva peruana es el jaguar (Panthera onca), el felino más grande del continente. Más conocido como otorongo por los peruanos, es un animal que puede medir casi dos metros y llegar a pesar más de 120 kilogramos. Su pelaje pardo-amarillo está cubierto de manchas con forma de rosas que le permiten camuflarse entre la densa vegetación del bosque, tanto para cazar como para protegerse.
En Perú, la población de jaguares ha disminuido a 22.000 individuos, y en toda su área de distribución la especie ha perdido el 50% de su hábitat. Por ello, ahora se encuentra categorizada como una especie casi amenazada en la lista roja de la Unión internacional para la conservación de la naturaleza (UICN). Cada vez viven en zonas más alejadas para evitar estar en contacto con los humanos.
Sin embargo, en Maderacre varios ejemplares son registrados constantemente por las cámaras trampa instaladas en zonas estratégicas de la unidad de manejo forestal y es común encontrar sus huellas y muestras de ADN residual en los caminos que atraviesan el bosque.
Según las estimaciones realizadas por la Alianza de vida silvestre del Zoológico de San Diego (EE.UU.), con quienes Maderacre ha firmado un convenio para realizar monitoreos de biodiversidad, estos bosques tienen una de las mayores densidades poblacionales de jaguares del mundo.
“Una vez, cuando hacíamos una caminata para trasladarnos de un campamento a otro, logramos ver a un grupo de veinte sajinos corriendo y haciendo un tremendo alboroto porque detrás de ellos venía un jaguar. Toda la escena se dio sin que los animales se dieran cuenta de que nosotros estábamos presentes por el frenesí del momento”, señaló Nelson Kroll.
Varios colaboradores del equipo de Maderacre han tenido encuentros similares, algunos de ellos muy cerca de los campamentos. Nosotros también vimos diversas huellas de los otorongos en los caminos y trochas dentro de la concesión, evidencia de que los felinos se trasladan con total libertad a través de la unidad de manejo forestal.
Un ecosistema saludable
Además de los jaguares, trigrillos y sachavacas, las huanganas (Tayassu pecari), maquisapas (Ateles chamek), monos negros (Sapajus apella macrocephalus), venados colorados (Mazama americana), guacamayos rojos (Ara chloropterus) y tucanes (Ramphastos cuvier), son parte de las más de 50 especies registradas en la unidad de manejo forestal.
Durante nuestra visita, el camarógrafo no podía distraerse en ningún momento, puesto que los animales iban apareciendo de la nada (y queríamos grabar a todos), curiosos de ver quiénes eran esos visitantes que se internaban en su territorio. Algunos, como los monos, se quedaban en los árboles al vernos llegar y, tras unos minutos, continuaban su camino en busca de otras fuentes de alimento.
Había un pequeño mono que pudimos divisar con mayor facilidad. Subía y bajaba ágilmente del tronco de una palmera. “Está buscando huevos para comer” nos dijo uno de los colaboradores de Maderacre, luego de percatarse que el monito metía sus manos en un hueco de la corteza. Al parecer no encontró lo que quería y, tras un espectáculo de destreza y equilibrio, buscó refugio en un árbol de mayor altura y frondosidad.
“Miren, ahí están los tucanes”, exclamó Luis Ñaña, jefe de Manejo Forestal de Maderacre. Todos levantamos la mirada y pudimos ver a una bandada que volaba entre los árboles. Se posaron por algunos minutos en uno de ellos, mostrando sus grandes picos y llamativos plumajes que resaltan con la luz del sol.
Una gran variedad de especies de diversos tamaños fue llenando de colores el bosque con el transcurrir de la jornada. A veces, se les escuchaba un poco más lejos y teníamos que adentrarnos en el bosque para encontrarlas en las alturas. Incluso debíamos esperar por varios minutos hasta que las hojas no las tapen para fotografiarlas.
“Constantemente monitoreamos la biodiversidad en alianza con diferentes instituciones de nivel global como WWF, el Zoológico de San Diego, la Sociedad Zoológica de Frankfurt, y con el Servicio nacional de áreas naturales protegidas por el Estado (Sernanp) del Perú, para conocer la salud del ecosistema”, señala Nelson Kroll. Este impacto positivo fue verificado en el 2016, lo que les permitió obtener la declaración de servicios ecosistémicos del FSC de protección de la biodiversidad.
Estuvimos muy atentos al cruzar los ríos que están dentro de la concesión forestal en busca de más fauna. Fue así como encontramos un caimán (Caiman crocodilus) reposando en la orilla, aprovechando al máximo el resplandor del mediodía para calentarse. Una noche también nos topamos con otros ejemplares más pequeños cuando volvíamos al campamento. No fue fácil identificarlos en la oscuridad. Al principio parecía que se trataba de unas ramas flotando, pero luego el reflejo de la luz en sus ojos nos confirmó que era mejor no acercarnos demasiado.
Pero, sin lugar a duda, uno de los lugares más especiales de este bosque es la collpa de guacamayos. Fue descubierta hace unos años durante las acciones de monitoreo. Algo que llama mucho la atención es que cada especie tiene un horario para alimentarse de la arcilla de la collpa. Los primeros comensales son los pericos a las 4:30 a.m. los cuales luego son relevados por los guacamayos, alrededor de las 6:00 a.m. y después es el turno de los primates.
Nosotros también tuvimos la oportunidad de visitarla. Un colaborador de Maderacre nos guio hasta el lugar utilizando un sistema de GPS y un machete para abrir camino, pues la vegetación era bastante densa. Finalmente, alcanzamos la pequeña quebrada de la que tanto habíamos escuchado. Nos tuvimos que camuflar en la orilla del frente utilizando unas ramas que estaban a disposición y aguardar pacientemente a que las aves no se percaten de nuestra presencia.
Los guacamayos, tras más de una hora de no percibir movimientos sospechosos, se atrevieron a bajar de las copas de los árboles para alimentarse. Fue un espectáculo maravilloso. Eran tantas que parecía que la collpa había sido cubierta por una cortina roja y azul. Y, en caso no pudieras verla, el sonido de la bandada era gratamente ensordecedor. Por varios minutos disfrutaron de ese buffet todo incluido de arcilla, siempre alertas, pero solo de sus depredadores naturales.
Tras la partida de la bandada, bajamos al riachuelo y encontramos varias huellas de sachavacas y otras especies, incluidos los jaguares. Las mariposas también se hicieron presentes para alimentarse de las sales minerales de los residuos dejados por los mamíferos, completando el círculo virtuoso. Siguiendo los estándares del FSC, la zona está debidamente señalizada para evitar cualquier actividad que pueda afectar a la fauna.
Manejo forestal responsable
Las 220,000 hectáreas de Maderacre están distribuidas en 20 parcelas de corte. El área es tan grande que abarca cuatro cuencas de ríos y dos distritos. Pero anualmente solo se aprovecha una parcela de la que se extrae un árbol por hectárea en promedio.
Para ello identifican primero los altos valores de conservación que están presentes en la unidad y los árboles maderables. Esa información es incorporada al sistema de manejo forestal para evitar o mitigar el impacto de las operaciones sobre esos espacios de bosque y los ecosistemas que están dentro de ellos.
Asimismo, definen variables silviculturales para que el aprovechamiento de las especies maderables se dé de una manera sostenible: diámetros mínimos de corta, intensidades de cosecha, porcentajes de semillero que permitan a las especies subsistir y continuar cumpliendo los roles ecológicos que tienen en el ecosistema, entre otros.
Hay diámetros mínimos determinados por la legislación peruana. Sin embargo, la empresa utiliza parámetros más estrictos. Por ejemplo, en el caso del Shihuahuaco, mientras que la ley permite la corta al alcanzar los 51 centímetros, Maderacre lo hace a partir de los 75 centímetros, dejando en los bosques una gran cantidad de remanentes y árboles semilleros.
Tampoco se aprovechan todas las especies maderables al mismo tiempo. De las más de 25 especies se seleccionan cuatro o cinco cada año. Por ejemplo, el año pasado, la empresa aprovechó la parcela número 19 de una superficie de 10.000 hectáreas, de donde se extrajo solamente: Shihuahuaco, Chihuahua, Ana Caspi y Azúcar huayo.
Durante las labores de aprovechamiento se enmarcan las áreas de altos valores de conservación para evitar su afectación. Y, si en el transcurso de las operaciones se encuentran árboles con aves anidando, bañaderas, collpas (como la de los guacamayos) o cochas, las señalizan inmediatamente y son excluidas.
“Maderacre tiene una visión muy distinta en comparación con otras empresas forestales. Si bien es cierto que nos dedicamos al aprovechamiento forestal, también vemos a los servicios ecosistémicos como una fuente principal del bosque y los cuidamos para que sea sostenible. Trabajar en una empresa certificada por FSC es tener otro nivel de conocimiento”, cuenta orgulloso Luis Ñaña.
“Las operaciones certificadas con el FSC vienen generando información y corroborando que es uno de los mejores mecanismos o sistemas para el manejo forestal. Contribuye a garantizar la conservación de los bosques y todo lo que ellos representan. También nos ha permitido posicionarnos en mercados que valoran este esfuerzo. Pero, creo que lo más importante ha sido permitirnos comunicar mejor la forma como nosotros venimos trabajando”, sentenció Nelson Kroll.
En un país donde la tala ilegal y la deforestación son una amenaza constante, Maderacre es un ejemplo de que es posible hacer silvicultura ambientalmente apropiada, socialmente beneficiosa y económicamente viable. Una muestra de que cuando hay voluntad y compromiso, se pueden lograr grandes cosas.
Fuente: https://fsc.org/es/newscentre/noticias-generales/el-bosque-de-los-otorongos